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¿Instrumentos acústicos, amplificados o eléctricos en las Tunas?

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José Carlos Belmonte


Vuelvo a la carga después de una temporada de trabajo extenuante. Espero dar el empujón que mi tesis y mis investigaciones necesitan, con el objetivo de terminarla el curso próximo y dar salida al libro  “Organología y repertorio de la Tuna en España a partir de la Guerra Civil: la influencia latinoamericana” que ando preparando desde hace meses.

Por ser del ámbito de mis estudios quiero exponer mi posición sobre la inclusión de instrumentos electrificados en la Tuna.

En primer lugar tengo que apuntar el hecho de que el uso de instrumentos eléctricos, al menos en España, no es una práctica habitual, ni tengo noticias sobre su profusión en las tunas españolas. Las últimas referencias que tengo es al uso de un bajo eléctrico por parte de la Tuna de la Facultad de Medicina de Murcia, en julio de 2013 con ocasión del Certamen del Barrio del Carmen de Ciudad Real; y la inclusión de un órgano eléctrico en la ejecución del tema “El hombre del piano” por la Tuna de la Facultad de Biología de Sevilla.

Con relación al tema que nos ocupa, habría que hacer una distinción entre instrumentos “amplificados”, esto es, instrumentos acústicos que se han conectado a un amplificador por distintos medios (directamente por una conexión que tuviera el mismo instrumento, o mediante una “pastilla” acoplada al instrumento); e instrumentos eléctricos propiamente dichos (como ocurriría con un bajo eléctrico). El tipo de ondas que se producen son distintas. Esto es, el sonido que se produce en uno y otro caso es físicamente diferente. En el primer caso lo que hacemos es modificar eléctricamente las ondas sonoras primigenias (las amplificamos, en este caso); mientras que en instrumentos como la guitarra eléctrica o el bajo, lo que hacemos es convertir una serie de impulsos eléctricos en sonido, es decir, producir unas ondas sonoras que no existen previamente  de modo eléctrico.

Fender-Bass

Bien es cierto que, mediante una ecualización pormenorizada y con aparatos adecuados se podría llegar a conseguir un sonido muy similar en unos y otros casos, pero con todo, y después de ver en directo a distintos grupos, algunos de ellos muy reconocidos (como es el caso de Sabandeños o Gofiones), sigo pensando que “donde esté el sonido de un contrabajo en directo….”.

Esta sería una primera razón, el “empaste” en directo entre instrumentos acústicos (bandurrias, laúdes, etc.) con instrumentos eléctricos, como es el caso del bajo eléctrico, es muy complicado y, en mi opinión, nunca se lograría a la perfección.

Otra de las razones que arguyo es la de mantener una uniformidad en la cuestión de la plantilla instrumental de las tunas. No me refiero a tipos de instrumentos, ya que si se toma con el debido equilibrio, la Tuna resulta una agrupación instrumental tremendamente maleable  y capaz de “asaltar” cualquier repertorio, incluso “adaptando y adoptando” según qué instrumentos a su grupo instrumental (como ocurrió con el charango, cuatro, guitarrón, etc.). Mi comentario va referido a preservar un tipo de instrumentos (en este caso acústicos) como los propios de esta agrupación. A nadie se le ocurriría introducir un bajo eléctrico en una orquesta sinfónica, ni siquiera argumentando que se les ha roto el que tenían…y esto no se duda por parte de nadie. Entonces, ¿por qué en la Tuna sí?

Otra cuestión es la necesidad o la actuación en sí. Y en esto también tengo que romper una lanza a favor de la Institución. En mis años perteneciendo a la Tuna (y ya son demasiados) jamás he actuado sin contrabajo en ningún certamen, concurso o similar por no traer el propio. Siempre ha habido otra Tuna (conocida previamente o no), que ha facilitado el suyo sin ningún tipo de problema. Y que conste que también he sufrido “en mis carnes” el momento de ver cómo el contrabajo sale de la cinta transportadora del vuelo en el que íbamos, con el mástil por un lado y el cuerpo por otro…

Por otro lado, la “contrabajo-dependencia” ha ocasionado un grave perjuicio en la formación de los tunos que han ido formándose en los últimos tiempos. No hace mucho, todos los guitarras “bordoneaban” en las canciones, hacían esa labor que el contrabajo fundamentalmente hace ahora. Últimamente, no hay para muchos esa necesidad, y así, el sonido de la tuna es sustancialmente distinto si hay bajo o si no lo hay. En mi modesto entender esto es perjudicial para la musicalidad de la Institución. ¡Ojo¡ No critico la introducción de instrumentos (acústicos en este caso) en la tuna, todo lo contrario. Solo defiendo el buen criterio de los miembros a la hora de establecer un equilibrio que no perjudique al repertorio, ni a la formación de los tunos.

Concluyo esta reflexión apuntando dos aspectos distintos:

1)    Pudiera ser que en concursos y certámenes se fijasen unas normas mínimas con relación a la plantilla instrumental obligatoria de cada Tuna (como se llegó a hacer durante los primero certámenes en España allá por la segunda mitad del siglo XX). Esto facilitaría la labor del jurado, que gozaría de esa “uniformidad básica” para poder  valorar con mayor certeza.

2)    Aunque esto es práctica oficiosa en todos los certámenes (como ya apunté antes), quizá se podría arbitrar tener un “contrabajo de cortesía”, para las tunas invitadas llegadas de lugares apartados y con complicaciones obvias a la hora de transportar el contrabajo en cuestión.

Ya iré apuntando datos sobre la posibilidad por la que han optado en su momento algunas tunas de utilizar una “guitarra-bajo” o un guitarrón mexicano como solución más transportable.


Publicación: 30/06/13