Al infame resolí

Eduardo Maestre

Dicen que Cuenca es villa misteriosa

donde hay hadas que revolotean,

ciudad donde hay dragones que campean…

Mas lo que hay es un arma poderosa.

Se llama resolí, y es un licor

que anula los sentidos y convierte

en animada a la materia inerte,

y en muerto al que lo bebe con ardor.

Un poco de café, canela en rama,

corteza de limón, azúcar, clavo

y agua, los ingredientes de este abo-

minable resolí que el cráneo inflama.

Hace un año; exactamente un año,

vinieron dos tunantes desde Cuenca

y nos trajeron esta bebida penca

que fizo tanto mal y tanto daño.

Porque es licor que entra y se hace tierno;

sabe a dulzura; engaña a manantiales;

deja un regusto a nubes celestiales,

cuando realmente es fruto del Infierno.

Cuatro buches le di, mas, en mi euforia,

vine a perder aquí mis pocas luces!

Esta plaza parecía las Tres Cruces,

pero girando como lo haría una noria!

Y dije: a los blangafios yo subí;

y añadí: a las caglamblias yo bajé.

¡Yo qué sé lo que coño recité!

¡Y todo por el puto resolí!

¡Ahora entiendo que en Cuenca vean hadas

bebiendo este licor de los cojones!

¡Y que la gente, en Cuenca, vea dragones,

y las casas de Cuenca estén colgadas!

¡Maldito resolí, licor innoble!

¡Yo te maldigo por tus efectos viles,

pues que dejas los pies como alcauciles,

la lengua hinchada y el panorama doble!

Oh, viajero, suplícote que abras

los ojos, si es que en Cuenca sed tuvieres,

y pidas, como yo, si es que bebieres,

una botella de Solán de Cabras.

Eduardo Maestre, espantoso 31 de octubre de 2009.