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Anécdotas del disco 'El Desafino'

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Anécdotas del disco El Desafino

 Eduardo Maestre Cuadrado transp

Eduardo Maestre

Costó mucho trabajo sacar el dinero necesario para pagar la grabación en Alta Frecuencia, y eso que negociamos y conseguimos rebajar el precio de la hora de estudio! Conseguimos el dinero justo para pagar 32 horas de grabación (8 x 4 días); horas en las que se incluían las mezclas!!! Así que grabábamos 8 horas diarias: 4 por la mañana y 4 por la tarde; descansando para comer y tomar café. Cuando se acabaron las 24 horas de grabación (8 x 3 días), dejamos de grabar; las 8 horas restantes fueron para las mezclas.

La última canción que grabamos instrumentalmente fue Son mexicano, en cuya última sección, si os fijáis, no hay púas!!! Y no las hay porque se nos acabó el presupuesto para grabar! Así de triste! Con una hora más; con 5.000 pesetas más, esa canción llevaría todas las púas! Pero había que guardar horas de grabación para las voces, y no pudimos grabarlas.

Con respecto a la canción El Desafino, que da título al disco, hay un par de anécdotas interesantes. La primera es la siguiente: en principio, el solista de esa canción iba a ser Javi Soto, codirector del disco junto conmigo, y musicazo de 1ª línea; pero la hacía tan desafinada, exageraba tanto la desafinación del solista que se salía de lo que la canción pretendía: presentar a un cantante malo y desafinando, sí; pero no tanto como para ocultar la melodía real de la canción. Así que Javi tuvo que dar paso a otro solista: José Carlos Janeiro; una de las, por entonces, mejores voces de Sevilla, y solista de Filosofía. Por desgracia, José Carlos la cantaba tan bien que, prácticamente, no desafinaba! Así que, acabando ya la última hora de las 8 dedicadas a las voces, tuve que grabarla yo, que era el que la había escrito! Pero jamás pensé que tuviera que ser yo el cantante! Así que la grabé yo, pero teniendo muy claro que, en cuanto hubiera dinero, la volvería a grabar cualquier otro de la tuna. Como es evidente, no hubo más ocasión!

La segunda anécdota es que Pepe Torrano, el mejor técnico de sonido de Andalucía y uno de los mejores de España, cuando grabamos los instrumentos de la canción El Desafino, decía (y lo decía en serio, pues era un castellanoleonés muy serio!) que su nombre no podía aparecer en los créditos del disco; porque le daba vergüenza grabar una cosa así. Yo le decía “Pepe: cuando grabemos las voces, comprenderás la instrumentación”; pero él negaba con la cabeza. Pues bien, cuando la terminamos, Torrano quedó tan satisfecho del resultado que, a cada músico que entraba en Alta Frecuencia le decía “escucha esto”, y le ponía la canción, para asombro y descojonamiento del visitante.

Los ensayos los hacíamos en el colegio que puso a nuestra disposición la madre de Fran Chewaka. Las claquetas de cada una de las canciones, con sus accelerandi incluidos, las confeccionó Javi Soto, que hizo un trabajo de producción y codirección extraordinarios, además de varios arreglos (Son Mexicano, En tierra extraña y El andariego, que yo sepa). En uno de los muchos ensayos que tuvimos, allí en el colegio, los asistentes estaban algo revoltosos, y yo intentaba pedir silencio sin éxito; entonces, Javi Soto dio un grito brutal, y cuando todo el mundo se calló, dijo: “ya está bien, coño! ¿Queréis hacer el favor de hacerle caso omiso a Eduardo?” Con lo cual, y tras unos segundos de silencio reflexivo, hubo carcajada general, y la frase pasó a la historia de la tuna, utilizándose cuando había alguna bulla.

Jesús el Moro estaba muy preocupado por el final del Júrame, pues lo habíamos grabado excesivamente largo con los instrumentos, y se trataba de mantener un La agudo antes del último acorde. Jesús lo intentó una sola vez; realizó un La agudo que se extiende casi 14 segundos (una barbaridad) sin decaer ni en afinación ni en potencia, y así se quedó! Una maravilla!

Hacía pocos meses, la tuna de Peritos de Sevilla, nuestros hermanos naturales de tuna, había grabado allí un disco; con Pepe Torrano también. Yo, que era el director musical y el que había planificado la producción junto con Javi Soto y Jesús el Moro, prohibí fumar dentro del estudio. Para fumar, había que salirse a la calle. Hay que tener en cuenta que estamos hablando del año 1993-94, muy lejos aún de la prohibición de fumar en ninguna parte. Yo era fumador, pero sabía que Pepe Torrano odiaba el humo del tabaco y que le dolía la cabeza cuando pasaba horas encerrado con la gente fumando a su alrededor. Así que, por increíble que pareciera en aquel momento, convencí a la tuna de salir a fumar fuera los cuatro días que allí estuvimos. El resultado fue un técnico de sonido encantado, liberado y agradecido que se volcó en la mejora constante de cada toma de sonido. El resultado a la vista está!

Estuvimos meses y meses ensayando; éramos tan conscientes de que no teníamos más que 16 horas para los instrumentos, 8 para las voces, y 8 para las mezclas, que llevábamos todo rozando la perfección. Mi obsesión personal era que, en las frases largas, no decayera la afinación en las voces corales, defecto casi constante en todos los discos de tuna que se habían escuchado hasta el momento; la obsesión de Javi Soto era que todo el mundo fuera exactamente como la claqueta. Y conseguimos una calidad tal que, cuando comenzamos a grabar, prácticamente no había errores: ni en las bases instrumentales, ni en las voces, meses después. Recuerdo perfectamente que Pepe Torrano nos dijo que, meses atrás, había enviado a ensayar a su casa a una tuna sevillana muy laureada, porque no afinaban bien y se equivocaban mucho. Y que él no firmaba esas grabaciones! Con nosotros, por el contrario, estaba encantado; porque no había humo en el estudio, sí; pero también porque le llamaba muchísimo la atención lo ensayadísimos que íbamos y la organización de la producción, que no perdía ni un minuto en tonterías.

Al disco iban a ir 6 canciones mías, y no 5. Pero yo me negué a que incluyeran Noche veneciana, más conocida como Las Góndolas, y cantadísima por todas las tunas de Sevilla y algunas otras tunas españolas. Me negué porque fue la primera canción que compuse, de novato, y le tenía manía. Incluso opuse mucha resistencia a que se grabara Caja de música, pues, pese a haberla escrito yo, siempre me había parecido (y me sigue pareciendo) una cursilada y un coñazo. Pero en un ensayo se me acercó muy decidido José Miguel Bascón, con su imponente altura y sus ciento y pico kilos, y, echándoseme encima, me dijo “Eduardo: como quites la cajita de música, te rajo y echo tus tripas al suelo!”, argumento que me pareció muy convincente. Y la grabamos.

Otra anécdota fue, precisamente, de José Miguel Bascón, que no nos quería mostrar qué tipo de pandereta iba a grabar en la canción El Desafino. Nos tuvimos que fiar de él, porque quería mantener la sorpresa hasta el momento de grabarla. Así que, cuando ya estaba la canción completa, con voces y todo, entró José Miguel en “la pecera” (que es como se llama allí al habitáculo -dentro del estudio, pero aislado de éste- utilizado para percusión u otros instrumentos brillantes) y, de arriba abajo y en una sola toma, grabó una pandereta genial, con un final que, unido a lo que ya estaba grabado, hacía el efecto de un piano estrellándose desde un 4º piso!!! Fue un hallazgo! Salió de la pecera entre aplausos de los concurrentes!

Desde el día de las mezclas, todos sabíamos que habíamos grabado algo grande. El propio Pepe Torrano, que era conocido por ser el técnico de Rocío Jurado y de Paco de Lucía en Madrid, además de ser el elegido siempre para grabar a la Orquesta Sinfónica de la RTVE (o sea: un auténtico número uno), me decía cuando nos quedábamos solos ante la inmensa mesa de grabación: “Éste no es un disco de tuna. No es un disco de tuna más, desde luego.” Yo, aunque intuía los motivos de tal afirmación, le preguntaba por qué. Y decía “Porque ni los arreglos son los normales, ni las canciones son las habituales, ni la afinación de las voces es la que traen aquí las tunas, ni se parece a nada que yo haya oído antes.” Y lo decía de verdad! El disco se vendió enseguida; sobre todo, porque hicimos sólo 1.000 copias. Mil copias, nada más!!! Pero se copió y se regrabó y se volvió a recopiar hasta atravesar los océanos, literalmente. Y hoy buscas cualquiera de sus canciones en YouTube y encuentras desde tunas mexicanas, venezolanas, hondureñas, españolas, etc. hasta grupos folclóricos perdidos en la Amazonía que cantan, con instrumentos extrañísimos, la puñetera Caja de música o el Ronda en Santa Cruz.

Hace ya casi 20 años, hubo un certamen internacional de tunas en Alicante, al que no acudimos, en el que se debatió durante dos días cuál era el mejor disco de tuna grabado hasta la fecha. Nuestro disco, El Desafino, fue elegido por tunas de todo el mundo como el mejor, desbancando, 40 años después de su publicación, al maravilloso disco de la tuna de Distrito de Córdoba, grabado en los 70´ -y que era realmente una maravilla!!! Somos, pues, los autores del mejor disco de tuna grabado en el mundo hasta el momento. Y sólo podríamos haberlo desbancado nosotros, con un disco que jamás se grabó: Fantasmas de Santa Cruz; disco nonato que, sin duda, habría vuelto a poner en solfa a todas las tunas del mundo por otros 40 años más.